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martes, 16 de diciembre de 2014

Médicos y pacientes ante una preocupante realidad

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Sólo una férrea vocación sostiene a gran parte de los médicos para poder desarrollar dignamente su actividad inmersos en un sistema que no los tiene en cuenta y que ha convertido al ejercicio profesional en un trabajo en muchos casos insalubre.

"Hay una absoluta desvalorización del trabajo intelectual del médico"

La reciente conmemoración del día del médico es una circunstancia propicia para reflexionar sobre el escenario real del ejercicio de la profesión. Sólo una férrea vocación sostiene a gran parte de los médicos para poder desarrollar dignamente su actividad inmersos en un sistema que no los tiene en cuenta y que ha convertido al ejercicio profesional en un trabajo en muchos casos insalubre (síndrome de burnout) y, en ciertos ámbitos, peligroso para su integridad física.

Hay una absoluta desvalorización del trabajo intelectual del médico. Esto tiene su correlato entre otros aspectos, en el honorario profesional de la consulta médica. Los médicos nos hemos resignado a esta lógica perversa. La consulta es la base fundamental de la actividad médica. Es el momento del procesamiento intelectual de la información ofrecida por la semiología y los estudios complementarios. Es el momento de la toma de decisiones. Es la instancia en la que el criterio médico tiene su máxima expresión. Sin embargo, los actos médicos instrumentales (tanto diagnósticos como terapéuticos) son culturalmente jerarquizados claramente por encima de la consulta.  La  brecha es tan profunda que muchos médicos migran desde la consulta hacia los estudios complementarios y/o la medicina intervencionista.

La respuesta compensatoria la experimentan los pacientes día a día al asistir a consultas de una brevedad extrema ejercidas por médicos agobiados y automatizados. La ecuación riesgo-beneficio es tan desfavorable que en varias especialidades no se logran cubrir las vacantes tanto a nivel de residencias médicas como en posiciones asistenciales post-residencia.

"Es la era de los médicos sin tiempo para sus pacientes"

Paralelamente, desde la perspectiva de los pacientes, existe una crisis indudable de confiabilidad (el bien mas preciado cuando nuestra salud está en juego). Quienes ejercen activamente la medicina asistencial lo palpan día a día con pacientes que, explícitamente o no, asisten en busca de “otra opinión”.  El reclamo mas frecuente es el escaso tiempo y atención que le han dedicado, la falta de contención y la pobreza de la información que les han ofrecido. Definitivamente, y en general (siempre hay excepciones), es la era de los médicos sin tiempo para sus pacientes. Los consultorios se asimilan, cada vez más, a una cadena industrial de producción en serie. Hay un inocultable deterioro en la relación médico-paciente.

El médico se encuentra en el centro de diversas presiones: las del complejo médico-industrial (industria farmacéutica y fabricantes de equipos); los financiadores (obras sociales y empresas de medicina prepaga); la amenaza médico-legal y los pacientes convertidos en consumidores con expectativas a menudo sobredimensionadas como resultado de un marketing irresponsable (muchas veces ejercido por los propios médicos).

La medicina defensiva y la medicina evasiva (situación que describí en un artículo para La Nación publicado el 2/ 01/ 2012) son mecanismos de defensa indeseables pero innegables como subproductos del escenario actual de la medicina. En la primera el médico intenta fortalecer su posición ante una eventual demanda a futuro mediante la solicitud de estudios complementarios, muchas veces innecesarios. En el segundo caso, evita tratar pacientes con un pronóstico reservado. 

Otro límite que se está perdiendo es aquél que separa lo que se puede hacer de lo que se debe hacer.  En medicina, y contrariamente a los dictados del consumismo terapéutico  irracional, “el no hacer” (ya sea un procedimiento diagnóstico,  quirúrgico o prescribir una medicación) puede ser una sabia decisión. No debemos generar patologías o exponer a riesgos injustificados a nuestros pacientes (“primum non nocere”).-

El médico honesto tiene una ardua tarea para sobrellevar la incertidumbre propia de la profesión inmersa en este escenario tan hostil. Las sociedades médicas (científicas y/ó gremiales) no han tenido la  firmeza necesaria para enfocarse en estos temas con una verdadera voluntad de cambio. El accionar ha sido más discursivo que ejecutivo.

La sociedad en su conjunto siempre ha tenido la percepción que los problemas que aquejan a los médicos son ajenos a ella y exclusivos de los médicos. Sin embargo, y esto es una obviedad, nadie debería ser indiferente a este escenario desde el momento en que todos somos, inevitablemente, potenciales pacientes.

Dr. Roberto Borrone . (M.N. 54695).
Doctor en Medicina (UBA)
Profesor Adjunto de Oftalmología (UBA)
rborrone@intramed.net

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